Paisajes marinos (III)


Dos relojes de arena por zapatos

Llevo como verano, como ausencia,

Y cada vez que empiezo a caminar

Me acuerdo de volver, o de que vuelvas.


Mi rebeldía adentro me incomoda

Y sin cadenas estoy encadenado.

Desde que vuelco el sueño en tu mañana

Tu voz dice que soy exagerado.



Me aturden estas prisas de colonia

La verdad sólo está en el cementerio.

Regálame una tarde de mentira

Que quiero atardecer en tus espejos.


La obligación me roba la comida

Y se lleva el tesoro de mi mapa.

Trato de distanciar estos recuerdos,

Pero sólo recuerdo tu distancia.


Me ha mordido tu frío tan presente.

Lo que tuve de eterno dura un rato.

Son tus dientes de espuma que me dieron

Dos relojes de arena por zapatos.

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Paisajes marinos (II)



…La palmera, lo primero
Que ve el ojo marinero
De los mares de levante…

Miguel Hernández.


Te cambio una palmera
Sembrada ayer en mi triste retina
Por tu voz zalamera,
O por tu piel salina,
O por la línea azul que no termina.


¿Quieres una palmera?
Hasta Miguel Hernández te dio una
Que sirve de bandera
A tus olas de hambruna,
Y a la mirada incierta de la luna.

¿Me das la lejanía
De dormir en tu orilla marinera?
Nada en el mundo habría
Que pidiéndome el mar yo no le diera.
Aunque me alegra más una palmera.

Paisajes marinos (I)


He nacido una noche de verano

entre dos pausas. Háblame: te escucho.

Vicente Alexandre.



Un pellizco del cielo con raíces de espejo.

Soy un pulmón de sal, de espuma los arpones.

Una pista de baile para las gaviotas.

Soy la que besa al sol antes de que se ahogue.


Soy la calor nacida, un tortazo del viento.

Soy la piel que sostiene tus vuelos imposibles.

Soy la madre que canta, que acuna, que espera.

Soy el azul soñando que riega tus jardines.



Tatuaje de arena que en seguida se borra.

Un párpado de mar me ha nublado la vista.

La suerte es que la luna hoy sale sin zapatos

y no echaré de menos esos cuadros que pinta.


Soy alfombra encantada, soy un ave de agua.

Soy aquel paraíso de Vicente Alexandre.

Soy la que te derrumba los castillos de arena.

Soy la vista saciada, de tu ausencia soy hambre.