Me han dicho que la luna no es planeta.
Yo la he visto en París, y se parece
A una isla desierta,
A una patria perdida, sin patriotas.
A un triste acordeón,
A una palabra suelta entre las nubes.
El aire respirable, si lo hubiera
Moldearía en las caras de la gente
Una sonrisa nueva.
Un bosque de zapatos en la calle
Me ayudará a encontrarte,
Si no me encuentras tú de madrugada.
Un sentimiento amable es la batalla.
Dos almas caminan de la mano
Con la brújula rota.
No hay preguntas que hacer, no hay respuestas.
El árido paisaje,
Construye de la nada la belleza.
Es un planeta blanco y, casi negro.
Es rojo como un labio entre mis labios.
Es azul que amanece,
Es gris como las tardes que se escapan
A un planeta cercano.
Esas tardes que van y que no vuelven.
Un planeta con un punto de aliño,
La botella que al fin se bebe el aire,
Y la copa que espera,
Y las migas de pan que no han caído,
Y la vela apagada,
Y la mesa sin manchas de poesía.
El viento deposita unas canciones
Encima de las piedras del planeta.
Los políticos callan,
Y los payasos no nos hacen gracia,
Los pájaros no vuelan.
Al menos los amantes sí se aman.
He llegado el primero a la bandera,
Y alguien más se ha mirado ya en tus ojos,
Ha rezado en tu iglesia,
Y ha cruzado el puente de tus aguas.
Ushuaia de mis pasos,
Verso sin escribir, grito en silencio.
A ti, lírica elástica atrevida.
Mientras que la distancia sea un mundo,
Te espero en mi planeta.
Y no habrá más planeta que la luna,
Ni más luna que tú,
Mi atrevida y elástica poesía.