Llegamos tarde, con el cansancio subido ya en nuestras espaldas. La posada es una casa antigua del barrio antiguo de una antigua ciudad de pescadores. Las prisas por transportar el equipaje y coger la llave de la habitación nos hicieron pasar por alto los detalles orientales del recibidor. La cal del patio no estaba desconchada pero se adivinaban muchas capas pisándose unas a otras. La puerta de la habitación tenía proporciones de gigante; gente de mucha altura – quizá social – vivió aquí en otro tiempo. El techo, lejano, era un cielo de vigas de madera con una sola constelación como lámpara de cuatro estrellas. Al cerrar la puerta el silencio cubrió toda la estancia; aunque en seguida la posada empezó a suspirar. Las tuberías sonaban como las tripas de un espíritu instalado allí como huésped eterno. Las vigas crujían al paso de alguien en el piso de arriba; y te quedabas inmóvil escuchando aquel quejido y esperando que el dueño de esos pies cayese a la cama por un agujero como un paracaidista descontrolado. Había un espejo de cuerpo entero descansando sobre la pared sin ninguna sujeción; su leve inclinación hacia atrás regala una foto de rasgos altivos al más bajo de los mortales. En frente, otro espejo pequeño, esta vez colgado, reflejaba las manchas de años de uso y contribuía al aspecto dantesco, lujoso, antiguo y calidamente frío del pequeño hotel.
La televisión – plana como uno de los cuadros de fondo oscuro que había por todos lados – estaba perdida en la decoración como un político en unas jornadas de honradez; se encendió de repente gritando frases de una película histórica. Acudí a decir a los nenes que a esas horas íbamos a dormir. La sorpresa fue que nadie había tocado ningún botón para encenderla. Extraño. Me fui así, buscando lógica a lo ilógico, a afeitarme. Conecté la maquinilla eléctrica y aquello hacía un ruido anormal, como hambriento; las cuchillas redondas giraban más rápido que de costumbre, como tres dentaduras de piraña queriendo clavarme ese montón de colmillos rotando agresivamente. Me corté. Entre crujidos y otros movimientos que daban vida a aquellas cosas supuestamente inanimadas conseguimos que el sueño nos regara el cerebro; yo, sólo un rato.
A las tres de la madrugada la lamparita de pie de bronce que había en el escritorio empezó a hacer destellos. De nuevo el miedo me pilló desprevenido; en realidad nunca lo esperas. Pensé que quizá era un mensaje de alguien del más allá. Si supiera leer Morse podría interpretar aquellos… me alegro de no saber Morse, la verdad. Hacía ya varios meses que no me mordía las uñas, y me sorprendí haciéndolo. Crucé la habitación deslizando mis pies temblorosos de algo más que frío por aquellas baldosas faltas de brillo y me senté en la silla del escritorio. En ese momento, la luz quedó fija, sin intermitencias. Saqué papel y lápiz y empecé a escribir esto. Descargué en las letras la densidad del ambiente que se respiraba en aquel sitio. No recuerdo cómo, pero me dormí.
A la mañana siguiente salimos a recepción a dejar la llave. El recepcionista, un hombre de incalculable edad – como el mueble de la entrada – me miró y me dijo: “¿No ha dormido usted bien señor?” Le respondí que no; que habían pasado cosas inexplicables en la chambre. El viejo contestó: “Sí, bueno. Ayer mismo instalamos un router inalámbrico y la tarjeta moduladora de frecuencias venía estropeada; así que ha habido alguna interferencia con los aparatos eléctricos. A las tres de la mañana lo apagué.” Sin decir una palabra dejé un pensamiento pasear por delante de mí; algo así como “… y yo pensando en fantasmas”. El señor me sonrió con cara de saber más que yo. Entregamos la llave y me di la vuelta para coger la maleta y enfilar los niños hacia el coche. Al llegar a la puerta miré al mostrador de recepción para despedirme, pero allí ya no había nadie. No sé por dónde salió aquel hombre; no había puertas ni pasillos ni escaleras para que un cuerpo pudiera quitarse de allí. Pero no estaba.
25 comentarios:
Quiero disculparme por no devolver las visitas. Por no mirar los sitios que siempre miro y que me llenan.
Es una cuestión de tiempo, espero.
Gracias es poco para lo que querría deciros.
El tiempo y las cosas que trae me empujan más fuerte que lo que yo puedo empujar.
Gracias.
Jajaja
No es para menos que asustarse...
Loquito.
Un beso
Desde luego, es para salir corriendo, jajajaja.
Ya me dirás donde esta esa posada, para no dejarme caer por ella..
Besos muy cálidos
Te pensabas que por el precio que pagaste...el fantasma tendría que estar incluido???? Abrazos
Vaya, yo casi me había asustado ;)
Besicos y llega hasta donde puedas, no mas :)
Así estamos todos, dependiendo del reloj, con prisas y con ganas nos quedamos de visitar muchos blogs, pero es imposible dar más de sí, de todas formas, encantada estoy de que, a pesar de todo, te hayas pasado por mi blog, aún te lo agradezco mucho más, y espero que vuelvas cuando puedas, sin sentirte obligado, porque no tenemos que llegar a sentirnos absorvidos por este mundo, sino todo lo contrario.
Encantada de estar en tu blog y de leerte.
Un beso y feliz tarde.
No importa que nos visites o mo nos visites, lo importante es que tu escrito de lo mejor, te felicito
Espero que tu finde haya sido espectacular rodeado de tus angelitos preciosos ♥
Besos
Creo que hay veces que necesitamos crear situaciones sobrenaturales para hacernos olvidar las "naturales". De todas formas, a partir de ahora, miraré muy bien a los conserjes de los hoteles :)
Todavía no he podido traducir lo que me has puesto, voy por la tercera lección y es...¡la releche!
Un beso mi Señor del Antifaz.
Hombre!!estaba debajo del mostrador!! buscando un periodico!!!
Hace un poquito quise darte razones para que no dejaras de escribir.
Hoy tengo otra más muy egoista.
Cada vez que me posteas invariablemente das en el clavo e invariablemente me arrancas una sonrisa mientras pienso..esto tio si sabe.....
Gracias por ser un rayo de sol en la proxima estación.
Un lugar inquietante, sin dudas, de los que no hay que dejar de visitar si se atesora un cierto caracter romántico, o romanticista, si se quiere. Misterios para novelar noches de leyendas. Fantasías para darle cuerda a nuestros instintos...
la mente sabe hacernos jugadas!
A veces tenemos noches así, incluso en nuestra propia casa...
Un beso fantasmal
Normal que pensaras en cosas raras. Pero como suelen decir todo tiene su explicación.
Un saludo
Yo creo que hubiese aprovechado mi fondo corredor para arrear de allí a la velocidad de la luz...
posada fantasma...
¿ande andará ese hombre??
besitos.
Sinceramente, Yo hubiera salido corriendo.
Un fuerte abrazo, y enhorabuena por tu fantastica entrada y tu blog, en general.
Te agradecería me respondieras, para poder guardar tu dirección y volver a visitarte.
Gracias
No me extraña que no recuerdes el cómo...uff...
Por cierto, qué horas son esas para afeitarse???? :)
Besoss
No digas nada, no te disculpes, a mi me basta con leer de cuando en vez tu alma.
Una belleza de texto, una belleza.
MaLena.
Miraste si estaba colgado en la lampara jaaja lo mismo le tocaba fregar los platos jaja.
Muackkkk un besito.
Vaya posada peculiar...
Mmmmmmmmmmmmm
No sabia que las maquinas de afeitar mordieran
Ni que un ambiente podia ser calidamente frio
Jajajajaaaaaaaaaajajaja Genial
me encantooooooo el cuento
En serio escribes muyyyyyyyy bien
Eres escritor ? Si no deberias pensartelo. Gracias me senti en la posada fantastica jejejeje
Cuidate muchote
Me parece un relato tan real, tan bien contado, que siento como si hubiera estado allí...;-)!
"todos duermen pero ella con el ruido no la pudo ver..con vivos (muertos) brindando juntos por un año más..un año menos"
Impresionante,impresionante.
Plap plap plap plap
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