
Cuando los tambores del alba me anuncien el día iré a Fuente Grande. Quizá escriba una línea de la historia con mis herramientas de fabricar desentierros suaves. O quizá el resultado de las excavaciones cierre el telón de La Barraca, y deje boquiabierto al mismísimo Ian Gibson. Vamos a empezar una prospección poética; a ver si sacando tierra enterramos la guerra. Después de hoy, la arqueología en Granada será una ciencia, y un sentimiento. Sabré si las falanges de las manos que encuentre son de poeta o de banderillero; y alguien leerá en una cadena de ADN un poema sin métrica, una certeza. Luego escribirán con la seguridad de una rima su nombre en una piedra dura como un corazón sin venas; y los turistas visitarán la Alhambra y la tumba de Federico.
Ya está amaneciendo y no he cerrado los ojos. A ver si encontramos al muerto que siempre estará vivo. A ver si, cuando todo acabe, él descansa para siempre, y yo descanso por la noche.