… o poema del silencio, o mariposa de sueño, o los versos muertos, o el poema 15.
Han llegado hasta mí, como traídas por el viento, unas hojas facsímile de poemas y cartas de Neruda. Después de acariciarlas como si fueran hembras, las leí, y me vi en ellas de alguna manera: en la descarga de emociones, en el nervio de la letra, en la cadencia musical, y me morí de envidia tres o cuatro veces. Luego me detuve en el poema 15. Disfruté de ciertas curiosidades como ver que el título no es “poema del silencio” sino “poema de su silencio”, como ver escrita la palabra “estoi”; y en los tachones y paréntesis me quedé pensando en el dolor. El dolor de matar un verso quizá no legítimo, un poco aturdido, o simplemente sordo por no haber sabido escuchar a la sangre antes de escribirse. Me fui a mi libreta y miré mis tachones, esos tropiezos que todos tenemos, a veces escribiendo, a veces hablando, a veces sólo por estar presente y vivo. Soy un acierto entre un montón de tachones. Aunque viendo los de Neruda, los míos, se me antojan más errores, y los suyos más aciertos. Gracias Isabelle por el regalo.
Pinchad aquí para ver la imagen ampliada. A continuación, en color rojo los versos que no están en el poema definitivo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Eres tal vez del viento que cantando se aleja
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
No voy a interrumpirte para que calles mucho,
Y todo sea mío, tu silencio sencillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
¿Cómo callabas antes cuando eras más pequeña?
¿así se te quedaban las manos sobre el pecho?
Si tú no me lo dices tendré que preguntárselo
A tu hermano, el poeta que se fue para México.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Porque estás como en viaje, como si hubieras muerto.
Tan callada y tan pálida como si hubieras muerto.
Y como yo le tengo tanto miedo a la muerte
Después estoy alegre de que no sea cierto.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, y una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.