Que en este año...

Que en este año nuevo que ahora comienza,

Se cumpla algún deseo, que yo deseo,

Que sea en este año de la impaciencia,

Cuando los dioses sueñen lo que yo veo.


Que mi mejor amigo sea el camarero,

Que mi mejor poema sea el más feo.

Que mi gran borrachera sea un te quiero,

Que tome como un premio los abucheos.


Que no te eche de menos cuando te vayas,

Aunque tu vuelta cuelgue del lagrimal,

Que no sea mi patria, que sea tu patria,

Y que el pecado sea un instinto animal.


Que mi comparsa sea una chirigota,

Que pinten las estrellas con papelillos.

Que el antifaz que saco con cuentagotas,

Me disfrace la vida como a un chiquillo.


Que caigan las acciones de las empresas,

Que fabrican corbatas y metralletas.

Que los ricos nos pidan una limosna,

Que la canción del pobre no esté incompleta.


Que en las calles gobiernen los barrenderos,

Que los ministros vivan en el exilio,

Que se escriban las leyes sobre la luna,

Que ningún niño venga a pedir auxilio.


Y si no se cumpliera ningún deseo,

Ya me encargaré yo, por cuenta propia,

De que mi gran amigo sea un camarero.



Safe Creative #0912315234158

De hielo



De hielo que bebo,
De hielo que hiela.
Me dejas de hielo,
de hielo las venas.

De hielo silencioso
que enfría los pasos,
hielo que amanece
en tu cielo raso.

De hielo la espada
partida en el suelo;
de hielo las letras,
los besos de hielo.

Cubitos de hielo
salen de tu risa.
Caricias de hielo
por tu espalda arriba.

Hielo que toca en el pecho
como cuerdas de guitarra
como olas de frío.
Frío que se agarra.
Catedral de hielo,
de hielo la hoguera
que dulce me abrasa.
Hielo que inunda más que el miedo,
más que el agua.


Carta a mi reloj


Hola cabezón, no te pregunto cómo estás porque como siempre estás, pues lo sé. Ahora mismo, en medio de la isla de palabras donde me encuentro, tu brazo largo me amenaza porque no tengo todavía el plato caliente para los niños, que llegarán hambrientos de un momento a otro. Eres una constante en mí, como los ángeles de Alberti, como las mariposas de Neruda, pero no eres nada poético conmigo, eres pura matemática, un latido en mis talones, un horizonte tras otro, un sin fin de carretera. No me dejas soñar un sueño de aquellos, terso de piedra pulida, o una de mis banderas conquistada en batallas de mentira. Eres una sábana con brazos de zarza, una siesta taquicárdica. Eres sordo y no paras de hablarme. No me quieres esperar, no me sabes perdonar, no me dejas ni perder ni ganar. No soporto este dolor y este amor siameses, letanía para un vivo prolongada, como el río sin acabar, como el no acabar del mar. No me aceches escondido en las esquinas de la noche para burlarte de mí porque otra vez llegué tarde. La esclavitud dura hasta que el oprimido lo consiente. Y yo, ya casi no oigo tu cuentagotas martilleante.



Venía a reprocharte todo esto porque tengo un sueño; un sueño de esos tan bonitos que se explican en subjuntivo. Y me voy con él. Si te duele este porrazo en tu corazón de cemento te aguantas. Pero me voy a soñar, y esto no depende de ti; nada podrás controlar ahora. No sé cuánto tardaré en volver; por si acaso, no me esperes.


Dedicado a la comparsa Las manos del tiempo, por la coincidencia del tema, y del espacio, y del tiempo. Suerte.


Tachones


… o poema del silencio, o mariposa de sueño, o los versos muertos, o el poema 15.


Han llegado hasta mí, como traídas por el viento, unas hojas facsímile de poemas y cartas de Neruda. Después de acariciarlas como si fueran hembras, las leí, y me vi en ellas de alguna manera: en la descarga de emociones, en el nervio de la letra, en la cadencia musical, y me morí de envidia tres o cuatro veces. Luego me detuve en el poema 15. Disfruté de ciertas curiosidades como ver que el título no es “poema del silencio” sino “poema de su silencio”, como ver escrita la palabra “estoi”; y en los tachones y paréntesis me quedé pensando en el dolor. El dolor de matar un verso quizá no legítimo, un poco aturdido, o simplemente sordo por no haber sabido escuchar a la sangre antes de escribirse. Me fui a mi libreta y miré mis tachones, esos tropiezos que todos tenemos, a veces escribiendo, a veces hablando, a veces sólo por estar presente y vivo. Soy un acierto entre un montón de tachones. Aunque viendo los de Neruda, los míos, se me antojan más errores, y los suyos más aciertos. Gracias Isabelle por el regalo.


Pinchad aquí para ver la imagen ampliada. A continuación, en color rojo los versos que no están en el poema definitivo.


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Eres tal vez del viento que cantando se aleja


Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.


Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.


Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.

No voy a interrumpirte para que calles mucho,

Y todo sea mío, tu silencio sencillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

¿Cómo callabas antes cuando eras más pequeña?

¿así se te quedaban las manos sobre el pecho?

Si tú no me lo dices tendré que preguntárselo

A tu hermano, el poeta que se fue para México.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Porque estás como en viaje, como si hubieras muerto.

Tan callada y tan pálida como si hubieras muerto.

Y como yo le tengo tanto miedo a la muerte

Después estoy alegre de que no sea cierto.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, y una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.