No quieras entender a la marea tanto como la entiende el marinero



No quieras entender a la madera
Tanto como la entiende el carpintero.
Pequeño dios, milagro equivocado,
Religión sin santo ni santero.
Si alguien se cae, observas su torpeza
Y en tus ojos se ve un titiritero;
Ni soporta ya el aire a tus pulmones
Ni cabe ya tu ropa en el perchero.
“Maldita sea el amor que me enamora
Y me impide hacer lo que yo quiero:
Que mi nombre llene la voz del viento
Aunque el eco no suene verdadero;
Que visiones y sueños se me ausenten
Aunque el futuro rompa lo que espero.”
No pretendas querer que crezca el trigo
Tanto como lo quiere el panadero.

Sólo los ricos gritan en privado;
Para ellos sale el sol, un caballero
En la calle desnudo pasa frío;
Quizá debamos regalarle un sombrero,
Un sombrero elegante, que le sirva
Para mirar por encima a su portero,
Y las montañas piensen que a su gracia
De deben, por deber, el mundo entero.
Es difícil empresa amarse cuando
La luna va detrás, y el sol primero.
Cerramos la ventana, y abrimos si
Mañana es otra vez uno de enero.
Una oscura mañana es una pena
Si ves que va buscándote un lucero,
Pero es peor aún que el aire frío
Te susurre al oído: embustero.
No quieras entender a la marea
Tanto como la entiende el marinero.


Deberíamos quitarnos la coraza
Y hacer trizas la foto de guerrero,
Ir por la vida a corazón abierto
Ir por el mundo a corazón entero,
Y ver que no nos duele el oleaje
Ni las nubladas tardes de febrero,
Ni el espesor del bosque en las ciudades
Ni el odio cuando mira un extranjero,
Ni la verdad brotando en nuestra boca
Ni la mentira que, como aguacero
Inunda la conciencia sin paraguas.
Ya ni el sol me parece verdadero.