Eres varón y eres hembra. Eres mujer y eres hombre. Eres el sudor en la piel, la risa en la boca. No tienes corazón pero sangras, como una matanza, como una batalla. Eres duelo y fiesta. Contigo me quedo sin pasaporte, sin fortuna; tiro la brújula al fondo del mar, se calla la boca y habla el corazón subido en el avión de mi lengua. Besas como una loca. Ya te estoy hablando como si fueras una mujer. Provocas taquicardias de euforia, e inyectas anestesia sentimental.

Eres como la luna: no conozco ningún poeta que no te quiera. Me pones en rojo el semáforo de las penas. Eres una canción líquida; al fin y al cabo mi garganta es la que te da la bienvenida. Eres un oasis en medio de las dunas donde mis pies se atascan. Eres la crisálida donde se construyen mis alas. Eres el último y definitivo ingrediente que pone magia en mis conjuros.

Me voy contigo a tu casa, a donde vivas, ya sabes que en la mía siempre puedes entrar. Magnificas los fracasos y los triunfos. Evocas las piedras que dejé en el camino, y los caminos que me hicieron de piedra. Me refrescas, me acaloras, y aunque al día siguiente me rompas los huesos de la cabeza y me marques los tacones en la boca del estómago, sigo siendo adicto a tus atardeceres brillantes, sabrosos. Y encima hoy la luna está llena. Camarero, he dicho llena.

Contigo delante he firmado amistades sin escribir nada, he escrito tonterías mientras bailabas en mi boca, he bailado músicas que no llegaba a escuchar, he escuchado al que no me escucha a mi, he dejado que mis amigos escuchen las tonterías que no escribo, he escrito canciones que nunca bailarán mis amigos, he tonteado con mi escritura cuando no estaban mis amigos delante.

Eres como la luna: no conozco ningún poeta que no te quiera. Me pones en rojo el semáforo de las penas. Eres una canción líquida; al fin y al cabo mi garganta es la que te da la bienvenida. Eres un oasis en medio de las dunas donde mis pies se atascan. Eres la crisálida donde se construyen mis alas. Eres el último y definitivo ingrediente que pone magia en mis conjuros.

Me voy contigo a tu casa, a donde vivas, ya sabes que en la mía siempre puedes entrar. Magnificas los fracasos y los triunfos. Evocas las piedras que dejé en el camino, y los caminos que me hicieron de piedra. Me refrescas, me acaloras, y aunque al día siguiente me rompas los huesos de la cabeza y me marques los tacones en la boca del estómago, sigo siendo adicto a tus atardeceres brillantes, sabrosos. Y encima hoy la luna está llena. Camarero, he dicho llena.

Contigo delante he firmado amistades sin escribir nada, he escrito tonterías mientras bailabas en mi boca, he bailado músicas que no llegaba a escuchar, he escuchado al que no me escucha a mi, he dejado que mis amigos escuchen las tonterías que no escribo, he escrito canciones que nunca bailarán mis amigos, he tonteado con mi escritura cuando no estaban mis amigos delante.

Pero tú sí estabas delante, en frente de mi frente, felicitando a mi felicidad, soñando mis sueños, riéndote de mi risa, vistiendo de manchas mi camisa ebria. Ya me gustaría emborracharte yo a ti una vez, y bailar un tango sin saber bailar, y cantar carnavales sin saber cantar. Eres como llevar antifaz sin saberlo.