Olores y fotos

Hay un brujo electrónico que conjura a los niños. Allá donde hay una pantalla, a los nenes se les arquean las cejas, se les cae el labio de abajo, y los ojos se imantan a los colorines que, como el genio de la lámpara, aparecen de golpe en la tele, el ordenador, el móvil, el videojuego. Estos cacharros diabólicos les dan cobijo a su infancia de clausura y les sirven los sueños ya soñados, mutilando la imaginación propia de un niño. Huele a cerrado; en su cabeza.

Estos días de verano verderón estoy recordando los olores de mi infancia. Yo, que nunca miré demasiado rato seguido a los ojos del monstruo de la televisión, me crié en la calle. Desde que me despertaba el olor de los churros, hasta que el perfume de la dama de noche del balcón me cantaba suave entre sábanas frescas, estaba fuera. ¿Y el niño? El niño, en la plazoleta. Hoy andamos otro camino; mis hijos no están creciendo entre el olor del barrio que recuerdo en imágenes. El olor de los burros que salían al campo, el de los geranios recién regados, el de la herrería de enfrente, mezcla de óxido y sudor; el de los orines hirviendo al sol en un rincón de la iglesia de piedra, el olor de las zarzamoras traicioneras, que me hacían pagar con sangre una mora fresca y escondida, el olor de la navaja de un vecino que nos rajaba el balón cuando caía en sus manos, el olor de las costras de suciedad en los huesos de los tobillos, el de la camisa rota de los gitanos, el del bolso de la compra de mi abuela, donde competían el pan tierno y el chocolate de los domingos, el de los cigarros a escondidas con la cama asomada a la ventana; el de la gallina en pepitoria; ese sí que hipnotizaba; el de las virutas de serrín en el sótano de un artesano, el olor dulzón y triunfante del vino de misa robado, el olor a cárcel de las putadas de tus amigos, el del beso de huracán de aquella novia nerviosa que hoy me mira de reojo con su vestido hortera y no me saluda. En fin, aquellos olores de historia.

Hoy no huele a barrio. La niña está en el ordenador, y con suerte me dedicará una sonrisa eléctrica en una décima de segundo mientras se carga la página. Los byts y los bites se le estrellan en el iris como meteoritos. Por la ventana se ve la calle. Hoy no huele a barrio, porque hoy puedes tener la mala suerte de salir a la calle y que unos niños de 13 años te violen. Me dice sin apartar la vista de la pantalla: “¿Juegas?”.




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14 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué cantidad de olores inimaginables nos muestras, casi los siento desde aquí, tu imaginación y en este caso tu memoria desbordan, para llegar a un final genial, el de el momento actual, así de crudo, así de triste, tal y como lo describes, con esa maestría que te adorna.
Un abrazo

Manuel S dijo...

Noches de verano jugando al fútbol en la plazoleta. Tardes de juegos con estampas donde, como si de un casino se tratase, se apostaba el dinero con las caras de futbolistas famosos de esa época. Mañanas de canicas y trompo, con esas "trompillas tuning" con las que hacíamos saltar chispas de las tapas de alcantarilla. Días de correrías delante de los "gurripatos" (hoy en día policías de barrio) por callejuelas estrechas. "Desafíos" entre barrios rivales que terminaban en "15 a 14" o con el balón en un balcón. Carreras nocturnas con bicicletas tuneadas por las calles abarrotadas de vecinos charlando al fresco de la noche... ¡Qué recuerdos! Podías ir a las casas de tus amigos y amigas sin temor a encontrarte con violadores de 13 años y la única ley del menor que existía era la que imponía tu padre y funcionaba mejor que la de ahora.

¡Qué recuerdos me han venido con este post!

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

la indiferencia, la era de la comunicación incomunicada, la sobreprotección la desconfianza, el deseo de lo ajeno...hacen que los recuerdos huelan a rancio y a pensar que culaquier tiempo pasado fue mejor...eso está por demostrar..

Esto sin duda es principio del fin, vamos agonizando en nuestra pobredumbre...somos capaces de matar cualquier cosa con la facilidad con la que nos afeitamos...pero eso es lo que hemos ido sembrando... salud

Paco Becerro dijo...

Si que ha cambiado la manera de vivir la infancia.

En nuestras manos, abrir el otro mundo a los niños, llevarlos al mar, al bosque, jugar sin juguetes, leer, cantar...

Educar

Alimontero dijo...

Ay mi querido amigo, qué de recuerdos me has traído...Yo soy de juegos en la plaza, el estar en catequesis en la Parroquia..;-)
guía de scout y todo eso...
Los aromas, a medida que los describías los iba oliendo... dios! que maravilla!
Puedo decir, orgullosa, que los míos no eran de mucha tv, y será porque nosotros preferiamos conversar y escuchar música...y nuestros hijos (4)estaban en medio de nosotros con el LEGO y la Barbi...teniamos muchos cassette infantiles...hacíamos mímica.. etc...que lindos recuerdos!! ;-)
Eres increíble!!
Concuerdo con Manuel S " la única ley del menor que existía era la que imponía tu padre y funcionaba mejor que la de ahora."

Que tengas un bello domingo mi querido amigo...;-)

Besos,
Ali

TORO SALVAJE dijo...

Esa infancia que tuvimos fue un privilegio.
Llena de olores, sensaciones, miedos, alegrías, la vida explotando cada hora...
Entre todos la hemos matado, y ahora tenemos infancias de plástico.
De usar y tirar.
Un horror.
Saludos.

Manolo rubiales dijo...

De niño jugaba a los pitratas en la Alameda, la tele tenía carta de ajuste y merendaba pan con chocolate. me siento, hoy, a mis 39, mucho más sano que los chavales, superavanzados, que no saben respetarse ni a si mismos.

un abrazo

Belén dijo...

Yo también soy niña de barrio, de churros y de gritos de mamá cuando teníamos que comer...

Y ayer pasé la tarde con un amigo y su hija de 11 años, ella no sabe lo que es jugar en la calle, y aunque sepa mucho de tecnología, me pregunto si su infancia es el concepto de infacia que yo tengo y tuve...

Besicos

Syl dijo...

A mi estas cosas me entristecen...pienso en lo especial y mágica que fue mi infancia y me apena ver que los niños de hoy en día nunca la vivirán así...

Yo también fui niña de barrio...y qué orgullo más grande haberlo sido!!...

Besitos.

Norte dijo...

Que cantidad de recuerdos con estas palabras, los veranos hasta las doce de la noche en la calle, jugando solo con una pelota o con una botella rellena de barro, las sillas de anea en las puertas,los balcones con las puertas de par en par, el olor a tierra mojada cuando las vecinas regaban las macetas, el olor a jazmin en el patio....
Viaje al pasado.

Un abrazo.

María dijo...

Todo cambia, pero qué recuerdos de la infancia, en verano todo el santo día en la puerta de la calle jugando, qué bien se pasaba.

Un beso.

@Intimä dijo...

Que pena, con las veces que he jugado yo con los niños de mi barrio, al escondite, a la una mi mula, a la charranca, a la comba, y a la goma y ahora esten los parques desiertos de niños y los ordenadores llenos de juegos virtuales.
Que lástima de infancia la de hoy.
Besitos

Sureña dijo...

Se han perdido muchas cosas, muchas...

Pero hay quienes todavía saben combinar la calle y la vida de ahora, y eso es lo mejor.

Claro que, hay cada monstruo por ahí...

Besos

Palmoba dijo...

con 13 años....son chavales o chiquillos?? o es que hay de repente mucho demonio escondido??

Mi olor preferido era el de la tierra mojada por un chaparron timido en medio de un un dia de cualquier verano.