Este artículo fue publicado en "Día a día" hace un año.
Y llegaron las vacaciones. Triste y sola se queda la facultad y el patio del colegio y la Fuente Nueva a las nueve de la mañana. El calor del “Lorenzo” empuja a recolocar a los niños en centros de ocio estivales o en casa de las abuelas mientras dura la jornada laboral. Atrás quedaron las historias que recordaremos y repetiremos dentro de muchos años; esa tan resabida frase que empieza: “Cuando yo estaba en el colegio…” Quien no recuerda cosas de su etapa colegial; partidos de fútbol que hicieron historia, peleas infantiles que marcan para siempre, regañinas o castigos del maestro, aprobados y suspensos.
Para mí es inevitable recuperar del cajón de la memoria aquellos recuerdos que me encaminaron hacia lo que hoy soy: alguien detrás de un antifaz. Recuerdo como si fuera ayer, y hace ya 27 años a mi maestra Paqui Camacho y su infinita paciencia, y su infinita bondad, y su infinita sonrisa. Inolvidable; aunque le llegue un poco tarde mi particular homenaje, la recuerdo así: escuchando los comentarios de cada uno de nosotros y provocando una sonrisa justo después. Y recuerdo al Padre Martín; el primero que me miró como algo más que un alumno; yo era – y soy – muy inquieto, y él pensó que detrás de esa inquietud se ocultaba algo más que puro nervio. Entre las lecciones de francés daba lecciones de relaciones humanas; detrás de sus antiguas gafas cada mirada suya te decía: tú puedes con esto, y con todo lo que te venga encima. Demasiado pronto se fue el Padre Martín. Qué injusta es la muerte, y que implacable. Y recuerdo a Cándido Villar – entonces era Don Cándido – aquel que no me enseñó a escribir sin faltas de ortografía, sino que, simplemente, me enseñó a escribir; a escribir pensamientos, sentimientos, a jugar con las palabras para decir lo que ahora mismo estoy diciendo. Una parte muy importante de la inquietud que me lleva a rellenar una columna semanal en Día a día, se la debo a él. Él fue el oportuno animador que necesitaba detrás de cada una de mis redacciones – aquellas del concurso de la Coca Cola – entonces eran sin antifaz. Los niños no se tapan la cara para decir lo que piensan.
Gracias Cándido, Martín, Paqui… Las puertas del colegio se cerraron esta semana una vez más. Dejadlas abiertas en algún rincón de vuestra memoria; a ser posible en un rincón decorado, cariñoso; al fin y al cabo, estos recuerdos son la esencia de lo que ahora sois, vuestro por qué.
9 comentarios:
La verdad es que debe ser emocionante para un profesor que un alumno le diga estas cosas tan bonitas de un ex alumno!
Que bello
Un beso!!!
"Los niños no se tapan la cara para decir lo que piensan"... yo no lo hago, yo no soy niña... Sin miedo a nada, sin antifaz.
Puedo recordar a todas y cada una de mis maestras, sus nombres, sus caras, sus personalidades.
De todas recuerdo en especial a la profe que me enseñó a escribir sin falta que no es y no es ningana de ellas las que me enseñaron a escribir como me expreso, no señor.
De estas vacaciones, seguro lo que más voy a extrañar es a mis piojitos sonriendo.
Lindo post, Anti (de cariño). Siempre consigues las palabras más exactas para transmitir sensaciones agradables, que arte lograr eso solo con palabras!
Besossss
Lindo antifaz te has colgado hoy, el rojo también te sienta bien pero no más que el azul!
Feliz comienzo de semana.
Que tiempos, eso si eran veranos y no los de ahora, sin preocupaciones, esperando siempre que se terminara la siesta obligada, para ir corriendo a la piscina y ahora deseando llegar el fin de semana para disfrutar tan sólo dos días.
Saludos nostálgicos.
para eso es a veces nuestra memoria, para poder tener siempre abiertas las ventanas de las cosas buenas ke pasan en nuestra vida, espero ke mis alumnos dentro de muchos años me recuerden con el mismo cariño con el ke tu recuerdas a tus maestros!!
bsos
Me quedo con la última frase.."estos recuerdos son la esencia de lo que ahora sois, vuestro por qué". El niño de antes acaba resolviéndose en el adulto de ahora, y muchas respuestas a los por qué de hoy duermen entre juguetes y recuerdos del colegio.
Un beso, Antifaz. has despertado tantos momentos casi olvidados con este post...
A veces cuando mi mente se dispersa un poco, o un mucho,me gusta abstraer palabras y meditar si me atraen por la melodía que encierran con sólo pronunciarlas , como melancolía,o por su significado...En este grupo sin duda la palabra MAESTRO ocupa un lugar destacado, maestro no sólo como él que instruye, sino como el que guía, el que te muestra un camino, o muchos, el que te aconseja, el que te da los medios pero no las soluciones...Como maestros de colegio me quedo con dos maestras de literatura que me enseñaron a amar a los libros porque ellas mismas eran como un libro abierto, como un tesoro por descubrir,...maestros de la vida he tenido y tengo varios y buenos que me enseñan a descubrir algo nuevo en cada detalle, en cada sonrisa, en cada palabra, me enseñan a leer en sus renglones , da igual que sean torcidos o derechos.
Un besito sonñoliento, maestro
Qué de sentimiento!! Cómo se recuerdan a aquellos profesores que nos enseñaron algo más que lo que estaba escrito..
el patio de mi escuela era grande, muy grande, y estaba lleno de piedras y chinitas, y bancos de cemento y árboles y columpios.. y en mi cuerpo guardo cicatrices de muchos de ellos.. por bruta!!
Feliz por el recuerdo.. como una niña con la cara lavada y de frene al mundo..
mil besos..
Mi abuela, mi madre, mi hermana eran y son profesoras, conozco bien la parte buena y la mala.
Y la buena... es esa
Más besos
Te escribo desde mi otro blog, más íntimo.
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