Otra vez ella.



He vuelto. Bueno, en realidad no me fui. Tan solo estuve dos días fuera. Fui a ver el mar que se baña en mí. Fui a ver la luna que reflejaba en naranja los piropos salados del sol antes de despedirse. Es una pena que las fotos no salieran. La luna se había acostado en el mar, y salió de allí detrás de donde creíamos que se acababa todo, justo al ocaso. El azul, apagado en negro, se rompió con el reflejo naranja que la luna marcó en el agua como un camino hacia ella. Me sonrió. Vamos, no me sonrió, pero yo pensé que me sonrió, y a mí me basta con eso. Yo rompí el negro azulado con una camiseta de la selección argentina.
En un momento cortísimo pasaron miles de cosas por mi cabeza; desde lo más cercano, hasta lo más lejano. Me acordé de Cuba, de Carmen, y de que la luna de esta noche había roto sus miedos definitivamente en un abrazo fuerte a su familia; no necesitaba nada en la maleta; se trataba de que fuera ella. Me acordé de Kt, porque pido a luna deseos de tranquilidad para ella y para su hija. Me acordé de Coblenza, porque no sé cómo está, ni ella sabe cómo estoy yo. Me acordé de Calle Quimera y de las casualidades que hacen favores a los reencuentros. Me acordé de Tuccitano y Logansanz; me acordé porque el camarero no paraba de traerme cerveza. Me acordé de Almudena, porque está tan lejos de este mar como cerca de mis mediterráneos viajes, ahora semanales. Me acordé de todos los que me hacen comentarios porque me conocen; al menos eso creen. Me acordé de todos los que me hacen comentarios a pesar de conocerme.

Y antes de irme me acordé de mí mismo. De mi verdadero nombre que aun no he escrito aquí. De mi existencia cíclica como las vueltas que la luna da a mi alrededor. De la lejanía de mi blog, que lo siento así: mío, y de todos vosotros.

Puede que creáis que me estoy repitiendo: la luna, el sol, el cielo, el mar… siempre lo mismo. Pero no. Os lo aseguro. Estoy avanzando; muy despacio, pero avanzo. De momento la luna me dejó con el antifaz puesto. Ella no necesita quitármelo, sabe quien soy, porque sólo a ella se lo tengo dicho. Es mi consentida, mi confidente. Por eso me sonrió anoche.

11 comentarios:

Calle Quimera dijo...

Bellísimo, evocador...Unos momentos de intimidad compartida con todos nosotros, que también -al menos en mi caso- nos sentimos parte de tu blog y de esos instantes de comunión con el cielo, con el mar... Era fácil verte, pensativo, con esas cervezas por delante...

Esos encuentros con la naturaleza son ideales para pasar revista a muchas cuestiones, y sobre todo para acercarse a uno mismo. Sin antifaces, esos que muchas veces usamos hasta para mirarnos al espejo.

No creo que no sea necesario tu nombre, ni que te desprendas del antifaz tras el que te sientes cómodo. Busco lo que escribes, porque es un verdadero placer para los sentidos.

Un beso, Antifaz. Me alegra que vayas avanzando aunque sea despacio, y te deseo que la luna no cese nunca de sonreírte.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Sentada y relajada
en una plaza francesa
veo pasar a la gente
mientras bebo una cerveza.

En un vaso largo y robusto
manchado de espuma en la cima
veo desaparecer con gusto
la inspiración de mis rimas.

Y cada trago que bebo
siento aumentar la alegría
que produjo en mí el deseo
de tomar cerveza fría.
(MAMUJAMA)

Me alegro que me recuerdes por el liquido elemento, eso me gusta, y no por el agua del mar...Besos..

Kt. dijo...

Yo no te conozco y no tengo prisa en hacerlo, por mi déjate el antifaz siempre y que la luna te sonría y solo ella sepa el secreto de tu identidad...

Yo solo quiero que no dejes de escribir como lo haces, que no dejes de mover mis sentidos cuando te leo, que siempre estés ahí, siempre depositando tu lado poeta en esta hoja virtual....

Gracias Anti (de cariño)

Besos, Buenas noches para tí.

Anónimo dijo...

"Me alejé del mar azul, espejo de la blanca blanquísima luna, a sabiendas de que el mar sentiría un hueco un tanto frío.

Me alejé siguiendo el canto desgarrado de las sirenas sin perder nunca de vista el horizonte azul que alejándome surcaba, pero distanciándome al fin y al cabo...

Frágil y torpe la vela del barco que creyó poder mantener el equilibrio a pesar de la marea.

Aun así, sigo mirando al interior del mar, tan lejano que se seinte, tan cercano que lo encuentro

Abog. Eugenia Bavaro dijo...

Con mucho sentimiento.. es muy lindo que recuerdes a esas personas mientras estás allí, eso dice tanto de tí.

Esa luna es peligrosa..
Besos ;)

logansanz dijo...

Yo miraba la luna,
yo miraba las estrellas,
la luna me miraba,
las estrellas me miraban,
y una voz dulce me susurraba,
tiooo pasame el porro que
te lo vas a fumar "to"
y deja de hacer el indio.


PD: Yo soy así, es que no
lo puedo remediar jeje.

Saludos lunáticos para todos.

El antifaz dijo...

Lo siento. Hace tiempo que no contesto los comentarios por falta de tiempo. Mi jefe que es un cabrón (y que no sabe que este blog existe, claro). Pero esto hay que contestarlo:
LOGANSANZ: Así de bonita vi yo a la luna con dos o tres cervezas... no me la imagino con el porrito ese. ¿Lo probamos en la próxima luna llena?... la poesía no podría tener mejor estímulo que una hierbecita bien quemada.
Abrazos.

Anónimo dijo...

Me pasé media vida haciendo comentarios de texto, analizando poetas más o menos clásicos...no se me daba mal del todo.Esto es bonito, esto es poesía sin más comentarios

Verga q ladilla dijo...

Bendita luna
ke siempre estas
compañera y leal
de nuestra soledad!!

ayer aprendia ke hay ke saber respirar, para poder sentir verdaderamente ke estamos vivos... y es bien!! se parece a tu encuentro!!

DonGalleto dijo...

Muy chido escrito

Anónimo dijo...

Veo que la luna y la calma te llevan a mal traer... (guiño y sonrisa).
He leído de tirón, señal de enganche.
Volveré

PS. Gracias por tus palabras en mi blog y por llevarme hasta la luna.