Peinture a l’huile.


Discover Various Artists!



Subir a Sacre Coeur a ver a Denis es una experiencia de la que siempre sacas nuevas imágenes. Bajo del metro en Abbesses y paso por delante del “mur de je t’aime” donde han escrito te quiero en más de trescientos idiomas. Siempre me llamó la atención cómo decir la misma cosa de diferentes formas. Voy dando un paseo sin pisar la oscuridad, las putas primero te huelen la cartera y después la bragueta; mobiliario urbano con más raíces que los árboles, con más oxido que los pies de las farolas. Entre el deterioro de algunos edificios se pueden ver carteles asomados a los balcones donde se alquilan habitaciones. En la pequeña explanada, antes de las escaleras de la basílica blanca, hay un carrusel que ilumina los dientes sonrientes de los niños y los ojos de los padres. Llego a la calle Azais con la noche oscura como el bolsillo. Se están acostando los pájaros negros en las plazas bohemias y las protestas de spray en las paredes se acaban de poner un pijama desconchado. La puerta de la pensión Montmartre es un fascículo en la enciclopedia sentimental de este barrio que interpretó la historia desde dentro de cada persona y que ahora es un precioso fondo para las fotos de los turistas; la única forma de cambiar la sociedad, es que cada uno se cambie a sí mismo. La anciana de siempre abrió la puerta con la sonrisa de siempre; como si sólo hiciera cinco minutos que la vi por última vez. Le pregunté por Denis y me extendió una mano que confunde arrugas en la piel y caminos generosos de sangre en cada vena. Decir que la luz de las escaleras es tenue sería una exageración. Se ve lo justo para no tropezar. Entre el color de la bombilla y la suciedad de las paredes por falta de pintura – ironías del lugar – se consigue un clima casi masticable; la penumbra huele al paso del tiempo y a lentitud, como la madre que el vino hace en los barriles.



Denis me abre la puerta de su casa con su cara de cuentacuentos y nos desbordamos en la cocina con la alegría del reencuentro mientras prepara un café. Me pregunta por mi escritura y le confieso que no avanzo lo que me gustaría por falta de tiempo, de concentración, y porque tantas veces escribo una frase que me gusta enfrente de mil que arrugo en folios de rabia y tiro a la papelera del olvido o me dejan ensañarme con la tecla retroceso.



- Bueno – me dice en broma para que me lo tome en serio – nos deberíamos emborrachar antes de que me digas a qué has venido; siempre me pides imposibles.
- Y tú siempre los dibujas, por eso vuelvo.
- Todavía me acuerdo de la vez que me pediste pintar de nuevo el café Kleber.
- Y yo me acuerdo de que pintaste otro café en otro rincón de la ciudad y me dijiste que el café Kleber puede ser cualquier café, que sólo bastaba con mirarlo de una forma diferente.
- Es así – me dijo sonriendo – en un cuadro hay tantos cuadros como ojos puedan mirarlo. Anda, dime qué quieres que me tienes nervioso. ¿Quieres una copa?
- Sí Denis. Te acepto esa copa. Por cierto, te he traído un vino de mi tierra.
- De tu tierra – la carcajada rebotó en las paredes de la habitación como una pelota de goma – pero si tú no tienes tierra. ¿O me estoy equivocando?
- No. No tengo tierra. Me repugnan los posesivos.
- Venga dime. ¿Qué necesitas de mí?
- Un regalo.
- ¿Para una chica? ¿Un cuadro bonito de la plaza de aquí al lado con la basílica de fondo y los pintores con su chapela ocupando toda la plaza? No me lo creo. Te estás haciendo mayor.
- No hombre, me estoy haciendo mayor, pero no tan rápido. Necesito que dibujes la Navidad a alguien que no quiere oír hablar de Navidad, que le explotan las bombillas en los ojos, que le retumban las canciones navideñas, que los dulces navideños se amargan en su paladar. ¿Me has entendido?
- Perfectamente. Podría pintar el cuadro para mí. Me ajusto como un guante a esa descripción.
- Vale. No tengo más datos que darte. Espero que sea suficiente.
- Es más que suficiente – me dijo mirando por la ventana – vente mañana por aquí.



Me sorprendí de la rapidez. Un sólo día para acabar un cuadro. Pero Denis es así; una constante sorpresa. Me despedí de él con todo el agradecimiento que cabía en una botella de vino y me metí en el primer bar que encontré a seguir regando la garganta y a buscar algún rasguño entre las almas de la noche de Montmartre con el que manchar mis papeles. Encontré a una dominicana que estaba aprendiendo francés y a lucir la lencería sin perder la dignidad a la misma vez. Un señor que parecía familiar de Denis se empeñó en tocar para nosotros todo su repertorio latino al violín. Las copas iban y venían, el violín no se iba, la gente tenía las manos y la lengua desatadas. Y en esas, acabé durmiendo en algún lugar al que ahora no sabría volver; solo recuerdo un olor en mi ropa que me transportaba al jardín de mi abuela cuando yo era niño.



Al día siguiente, después de dejarme vencer por los ataques dañinos de la cabeza y el estómago, volví a casa de Denis. Abrió la puerta con la misma ropa del día anterior, con la barba de un personaje de cuentos y unas ojeras exageradas y extrañamente sonrientes. Me invitó a pasar, me dijo que mi encargo estaba terminado, y me explicó que había estado trabajando en él toda la noche. Era un cuadro negro con millones de puntos de luz. Se veían las calles amplias de París, repletas de descubrimientos sin descubrir, y las estrechas parecían impacientes; quizá la torre Eiffel era un árbol de navidad en aquella imagen. Quizá la telaraña de calles era una selva o un desierto, o quizá las avenidas eran guirnaldas con las que adornar la noche. Al fondo el cielo tenía un regusto de azul, suficientemente corto para recordar que la noche no es eterna, aunque encantadora. No supe qué decir, pero dije: bonito atardecer.
- Es un amanecer – replicó Denis con ganas de dormir, o de café – lo que me has pedido era amanecer de nuevo, reaparecer con otras ganas, y hacer de la noche un recuerdo maravilloso. Si quieres podemos dar un paseo, así el cuadro acabará de secarse.





Pasamos el día juntos, comentando nuestras inquietudes para hacerlas parecer menos graves; salimos a comer a casa de un español que pasa por ser un famoso cocinero francés. Entre cada conversación yo remiraba el cuadro en la memoria e iba asimilando lo que Denis me había transmitido. Llegamos a casa a recoger el cuadro a esa hora en que la noche empieza a arreglarse para salir. Le pregunté si el cuadro se llamaba Navidad. Me dijo que no. Que su nombre era: la ventana. Los ojos se me fueron tan rápido como los pies a mirar por la ventana, y allí estaba el cuadro. Le miré y le sonreí. Él me explicó un poco más:
- Supe en seguida qué pintar. Querías una estampa navideña y yo la tengo todo el año al alcance de mi vista. En cualquier momento puede ocurrir lo que buscas, o incluso sin buscarlo, puedes nacer. No hay que esperar al 25 de diciembre. Quizá sólo tienes que abrir la ventana. Quizá sólo tienes que mirar de otra manera.



Antes de coger el cuadro envuelto en un papel, le di un abrazo como el que hubiera dado a mi padre el día que nació mi hijo. Me despedí de él asegurando que volvería y salí con la sensación de ser otra persona.
El clima, la gente y las calles copiaban la noche anterior. Los pájaros y Denis se iban a dormir, la visión se limitaba al primer piso de los edificios, las farolas chocaban con tacones de cuero compitiendo en altura, y mi ropa seguía oliendo a jardín. Leí un cártel de tantos como te abordan en la calle: “chambre à louer.” Anoté un número de teléfono y me perdí por la acera interminable como si fuera uno de los millones de puntos de luz del cuadro.
Feliz navidad.

32 comentarios:

mi dijo...

Es un excelente mensaje, contado por quien mejor lo podía contar.

Besos

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Me repatean los mensajes que me recuerdan que ahora son fechas para compartir con los demás, ser más solidario, que hay gente que no tendrá que "cenar" en la nochebuenavieja de este año .... y las 363 noches restantes.... ah¡¡¡ hacen ayuno.

Nos vemos

Eria.. dijo...

Me gusta como escribes pero creo que me tendrías que enviar mi otro cuadro igual... como que esto de la navidad me cansa un poco...
Besitos varios.

CalidaSirena dijo...

Es precioso, me encanta...GRacias por compartirlo..
Besos muy dulces y cálidos

Malena dijo...

Antifaz, has echado el resto con este relato. Una descripción que te hace entrar dentro del decorado y unos mensajes que sirven para una gran meditación.

Navidad es todo el año, depende del corazón y de los ojos de la persona que mira.

Feliz Navidad, mi querido amigo.

Malena dijo...

¡Mi Caballero del Antifaz! Hemos tenido transmisión de pensamiento en lo de ir a saludarnos. No lo podía creer cuando te he visto allí y yo acababa de salir de aquí.

Mil besos.

Anónimo dijo...

Qué bonito, qué bonito, qué bonito...
Estoy emocionada y me da igual lo que piense el mundo, me he metido en mi amado Paris de tu mano, y me has hecho humedecer los ojos, tú, tus letras... una pasada, de verdad, no sé si alguna vez me había sentido así leyendo una entrada de blog.
No sigo, no me gustan los excesos en depende qué...
Abrazos Joyeux Nöel

Alimontero dijo...

que tiempo que no sabía de tí! ha sido muy grato re-encontrarte! Me ha gustado mucho esta entrada, me gustan los mensajes de reflexion, porque son miradas sin juicios que nos hacemos desde lo personal....
Coincido con Malena, que la Navidad está en el corazón, y que debiera permanecer... Soy mas de gestos, que regalos en sí.. y esto ha sido un concenso, por eso no vivo el estrés navideño.. y eso? es un REGALO !!
Feliz de leerte!

besos,
Ali

Syl dijo...

Qué bueno Antifaz!!!...todos renacemos cada día, con una nueva navidad por delante...es cuestión de saber empaparse de luces y colores y...por supuesto...sonreir.

me encantó.

Besitos.

Manuel Rubiales dijo...

Embriagador, conseguiste que me sumergiera e la historia. eres un manífico narrador.

mi dijo...

:)

Recomenzar dijo...

Hay escritor...nos dejás siempre con ganas de más
besos de noche para vos

Silvia_D dijo...

Precioso relato, gracias por compartirlo y que pases felices días :)

Besoss

Jesús dijo...

Ah, des bons souvenirs de mes promenades dans ce quartier! La lumière, les ruelles qui montent vers le Sacré Cœur...
Mais je n'aime pas l'intérieur de cette église. Je prefère celle qu'il y a avant, une petite ancienne église, je pense qu'elle s'appelle St Pierre, là ou St Ignace de Loyola a eu une expérience mistique (je crois).
Paris, ville d'expériences, de renaissances, de couleurs et lumière.
Salut.

Mariel Ramírez Barrios dijo...

A veces leo mil comentarios elogiosos pero exagerados
y otras,como en esta
me quedo sin palabras
Al principio me encontrè con Cortàzar
pero sòlo en las dos primeras lìneas.
El resto del cuento es todo vos+
Puramente vos
un argumento increìble
una ambientaciòn fascinante
frases ùnicas que son una joya en sì mismas
Esas que te obligan a volver para atràs y re-leerlas
Y un mensaje entre lìneas
sobre lìneas
desde lìneas
impagable.
Lo has bordado,Antifaz,amigo.

Calle Quimera dijo...

Así pues, el pintor de imposibles pintó de nuevo lo imposible: aquello no existía en el corazón de su cliente, la Navidad... Hay que ser muy bueno para materializar haciéndolo perceptible a los sentidos algo que no existe de verdad más que en los corazones de quienes creen en ello.

Es una idea interesante esa de asimilar la navidad a ver las cosas con otros ojos...

besos, y de verdad que enhorabuena por el relato, es realmente magnífico.

Malena dijo...

Mi querido Caballero del Antifaz: paso a desearte una Feliz Navidad y mis mejores deseos para el próximo año. Presiento que no estás en tus mejores momentos, por eso te envío por si te sirve, un cálido, muy cálido abrazo.

@Intimä dijo...

Una de mis debilidades es leerte en los primera parte del relato me quedado prendada, me encanta la forma en la que consigues trasmitir y llegarnos tan dentro
Te felicito un besito y felices fiestas

mi dijo...

:P

Luciérnaga Enojada dijo...

Esto de las navidades, no me agrada mucho... Pero linda manera de hacernos fantasear!

Saludos!

Calle Quimera dijo...

Paso por tu casa para dejar en ella mis mejores deseos para ti, Antifaz, no solo porque sean las fiestas propicias para ello, sino porque realmente te deseo lo mejor.

Mucha suerte en todo lo que emprendas, y que ese antifaz siga siendo decisión tuya.

Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Feliz Navidad y sigue oliendo a jardín, por favor. Me encantan los hombres que huelen a jardín.

Besos de Princesa

Anónimo dijo...

Precioso relato. Escribes como un ángel.

Besos

Catalina dijo...

bella historia!

Feliz Navidad!

Azul... dijo...

"En cualquier momento puede ocurrir lo que buscas, o incluso sin buscarlo, puedes nacer. No hay que esperar al 25 de diciembre. Quizá sólo tienes que abrir la ventana. Quizá sólo tienes que mirar de otra manera..."

Vine desde el Café Expresso de Euchy a leerte y me alegro de haberle hecho caso :)

¡Feliz Navidad!

mi dijo...

Feliz Navidad Antifasucho ♥ para ti y para toda tu linda familia. Que dios los bendiga siempre, besos a los angelitos.. y que pasen unos días bellos y sonrientes :)

Un beso.

No, no... mejor DOS, ¿a quién engaño?

Silvia_D dijo...

Te dejo besos, pasa buen día.

Kt. dijo...

.

Pues si, una pena que solo en cierta época del año se quiera más, se exprese más, se sienta más ¿Irónico no?

Un beso Anti.

Recomenzar dijo...

No quiero terminar mi año sin dejarte un beso Ojalá todo lo que quieres y buscas y no buscas pero quieres ..............te lo devuelva la vida
besos

Recomenzar dijo...

Que traes?

El antifaz dijo...

MUCHA: Lo dejé en tu casa. Son los deseos para el año nuevo que tengo al margen derecho de la página.
El antifaz de hoy... de todos los días.
Besos.

Palmoba dijo...

Te acabo de enviar un mail y ahora lo cambiaria entero.

No era para mi, pero no me importa.

Este escrito es uno de los mejores regalos que he tenido en mi vida.

Y hoy yo también via amanecer junto a un vaso pequeño y roto de cafe.

Gracias, No puedo decir mucho más..no sé como expresarlo.