Sobre una montaña de estas hojas secas, que él mismo moldeó con las manos, instaló la pista de aterrizaje de su primer vuelo. Saltó desde una rama quebradiza de un nogal anciano con dos tablas de madera al hilo de los brazos cubiertas de tela y sujetas por unas cuerdas que robó a su padre en el trastero. Se abrió las rodillas y se le cerraron los omoplatos al caer; pero el corazón seguía volando; quizá el corazón era producto de su imaginación intrépida. Fue perfeccionando la técnica y rompiendo sus huesos conforme pasaban los años, hasta que llegó a construir, yo diría confeccionar, un traje de tela y madera que le hacía planear, es decir, pesar como el aire, y que le convertían en una especie de murciélago blanco. Estableció técnicas de salto que hoy día se usan como un manual. Disfrutó, vivió, sintió cada salto a pesar que la burla callejera que profetizaba que Léo el pájaro un día se iba a matar. Léo no escuchaba. Léo volaba.
Participó en la Segunda Guerra Mundial como paracaidista del ejército aliado. Y volaba. Y llegó a hacerse amigo del viento, que le invitaba a dar un paseo sobre las cabezas de los mortales de la lengua larga. En 1956, hizo una exhibición de salto en Liverpool. Vistió su membrana de aspecto vampiresco, y, a la hora de saltar, algo falló. El aire golpeó una de las maderas contra el avión y cayó. Yo no sé qué pasó; su sobrino nieto tampoco supo explicármelo. Un mal vuelo. El primero le rompió las rodillas. Este fue el último. Los demás, sencillamente, los voló. El loco hizo lo que quiso en su vida. Nunca hubo otro después de Ícaro y de Leonardo que volara tanto. Y aquí acaba la historia inventada de Léo Valentin. Por eso me gusta soñar; porque es como volar, pero con menos riesgo físico.
16 comentarios:
tuvo suerte hizo lo que quiso a pesar de los pesares...fue libre hasta para intentar matarse..salud
Participar en la guerra es lo que menos me gusta. Yo soy pacifista pro puro miedo que me da el pim pam pum.
Besos
Se parece ese Leo a mi Felipín. Mi Felipín no fue a la guerra, pero pilota aviones militares cuando le dejan.
Besos de Princesa
Soñar. Es verdad, es menos arriesgado. Es como el fuego que calienta pero no quema.
Un beso! feliz fin de semana!
He volado con tu sueño inventado.
Sueñas de lujo.
Saludos.
Yo veo en toda la historia una gran metáfora sobre la libertad, pues pocas cosas deben de hacer sentir más libre a un ser humano que el sueño de volar. Buen texto.
Eso si es una vocación, la de él y la tuya, claro...:)
Felices sueños
Besicos
Mi querido Caballero del Antifaz: Es una historia preciosa de un "loco" que vivió toda su vida con la "locura" de volar. Un Juan Salvador Gaviota que dedicó sus fuerzas y sus ilusiones a lo que más quería. Desde mi prisma no creo que fuera tan loco como pensarían muchas personas.
Gracias por esta historia.
Mil besos.
Tu última línea me ha hecho recordar el placer de leerte, siempre tan certero, ingenioso y personal.. Un beso, un taconazo.
Lindo homenaje.
Me recordaste al sastre austríaco que en 1912 confeccionó su traje con alas y saltó desde el primer piso de la torre Eiffel, 57 metros.
Obviamente se mató de contado. Su nombre era Franz Reichelt, hay un video de su caída voluntaria (intento de vuelo) en YouTube ;)
Saludos.
Genialmente relatado... no conocía la historia de este hombre.
Besos
No me creo yo de los que tu sueñas sin quemarte..Eric es un frances que pinta navidades nuevas??
Cayó cual Icaro. Es dificil compaginar ser hombre y poder volar
Hermosa historia de letras con comas nacidas del alma de un poeta besos
Qué historia!
Toda una vida persiguiendo un sueño hasta sus últimas consecuencias.
Un beso,
A veces, la única cordura posible vive en la locura, es la locura. Sobre todo, cuando intentas encontrar la piedra filosofal que convierta un sueño en realidad.
He pinchado el enlace que dejaste, pero no sé francés, no he podido enterarme de la verdadera historia de este piloto. Dices que la tuya es ficción.... Seguro que es la que él habría querido vivir. La que vivió.
Besos.
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